Este es un mensaje del Dr. Enrique Planchart a propósito del día del Estudiante y de la situación actual...
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El 21 de noviembre de 1957 desde las universidades denunciaron una dictadura que no permitía debates en el Congreso y que reprimía la expresión de las ideas. Los estudiantes protestaban por el anunciado plebiscito que reeligiría con una fraudulenta Ley Electoral al presidente de la República. Dos meses más tarde terminaba la dictadura, abriendo paso al establecimiento de un orden democrático y un Estado de Derecho que se ha venido consolidando hasta nuestros días.
En conmemoración de estos acontecimientos, celebramos el Día del Estudiante el 21 de noviembre de cada año", dice el mensaje electrónico firmado por el rector Benjamín Scharifker, la vicerrectora académica Aura López, el vicerrector administrativo José Ferrer y el secretario Alejandro Teruel.
Este mensaje de las autoridades a los estudiantes en su día y lo que ocurre actualmente en nuestro País me dan la oportunidad de contarles algo de mi experiencia ese día. Yo estaba en la UCV, el 21 de noviembre de 1957 y participé en los hechos a los que se refiere el mensaje, era un estudiante de la UCV en ese año, no era un activista político, pero tenía convicciones muy sólidas : creía entonces como ahora en la libertad y la democracia y aborrecía todo lo que tenía que ver con militares y las dictaduras disfrazadas de legítimas a través de fraudes electorales. Yo no era un militante político, pero desde el 3er año de bachillerato con mis compañeros de Liceo hablábamos mucho de política. Algunos se hicieron militantes de la Juventud de AD, Moisés Moleiro, Américo Martín , Manuel Fombona y varios más, otros militaron en la Juventud comunista, Julio Cabello. Todos participábamos en una medida u
otra en la lucha clandestina contra la dictadura y algunos de mis compañeros fueron presos , torturados y pagaron años de cárcel en Puerto Cabello o Ciudad Bolívar.
Recuerdo el caso de Moisés Moleiro y Manuel Fombona. El 21 de Noviembre de 57, llegué temprano a la UCV con mi chaqueta de cuero que siempre llevaba, me reuní en la Facultad de Ingeniería con otro compañero desde bachillerato, Omar Rodríguez, y nos fuimos juntos a la plaza del Rectorado, donde se centraba la protesta. Protestábamos y gritábamos consignas contra la dictadura y contra la farsa del Plesbicito y a favor de la Autonomía Universitaria: El dictador había cerrado la UCV durante dos largos años y había botado a todos los profesores. En el lenguaje del actual teniente coronel: Profesor Angel Palacio Gross estas botao, profesor Melchor Centeno, estas botao, profesor Santiago Vera Izquierdo estás botao y así, Pedro Grases, Angel Rosenblat, Pi Suñer, etc. Botados y sin pago compensatorio ni nada, y la UCV cerrada por dos años. La Autonomía Universitaria era entonces, como ahora, un grito subversivo.
Los estudiantes le reclamaron al rector la presencia en la UCV de espías la muy temida Seguridad Nacional, el organismo represivo de la dictadura. A lo cual respondió el rector, un adulante infeliz y pobre diablo, abogado andino, que había aceptado la nominación de Pérez Jiménez como rector para reabrir la UCV, como institución adicta al régimen no democrática ni gratuita (el semestre costaba Bs 600 y el sueldo de un ingeniero no sobrepasaba esa cantidad mensual).
No recuerdo bien el nombre de este infeliz, realmente trato de borrar de mi mente esta clase de gente (cualquier similitud con el rector de la bolivariana o el director del IVIC, es pura coincidencia). Pues bien, el rector contestó que eso no era verdad, que en la UCV no había ningún espía. Los estudiantes le contestaron: ¿cree que no?, pues ya se lo vamos a traer.
Agarraron a uno de los seguranales que estaban allí, le entraron a golpes hasta dejarlo morado por todas partes, se lo llevaron al rector y se lo tiraron encima del escritorio diciéndole, aquí tiene uno! A otro seguranal que agarraron, después de una golpiza lo tiraron, por encima de la cerca, sobre la avenida Roosevelt. La cosa se había puesto violenta. En eso comenzamos a oír gritos y gente corriendo, estaban entrando cientos de seguranales y Guardias Nacionales por todas las puertas de la UCV. Corrí hacia la Facultad de Ingeniería, pensando que podía salir por las Tres Gracias, pero de pronto vi frente a mí una barrera de seguranales y guardias que era imposible pasar. Caí preso, me dieron unos cuantos rolazos y me metieron en un pequeño automóvil Vauxall, no me golpearon mas porque corrían persiguiendo a otros estudiantes, afortunadamente Omar Rodríguez lo vio todo y pudo avisar a mis amigos. Al cabo de un rato trajeron a otro estudiante preso y nos llevaron al Edificio de la Seguridad Nacional, donde nos volvieron a dar rolazos y nos llevaron al último piso, un salón muy grande, sin muebles, donde se encontraban ya una gran cantidad de estudiantes.
Muchos compañeros y amigos. Particularmente, Ignacio Iribarren e Ignacio Contreras, los habían agarrado en la oficina del rectorsucho, nada menos. Cuando entró la seguranal a la oficina, Ignacio Iribarren logró esconderse detrás de una cortina y el muy universitario rector lo denunció a los agentes, así cayó preso.
En la S.N. estuvimos como hasta las tres de la mañana, cuando soltaron a todas las muchachas, que estaban en otra sala y nos llevaron a la Cárcel Modelo de Catia, donde nos habían preparado un ala para nosotros solos, éramos 140.
Estuve en la Modelo hasta el 22 de diciembre. No fui torturado ni golpeado físicamente, pero todos sufrimos una tortura psicológica que es interesante relatar. Primero en la S.N. escuché que estaban buscando al de la chaqueta de cuero que habían traído en un Vauxall, seguramente me confundían con algún líder del movimiento. Me quité la chaqueta y la dejé tirada en una esquina de la sala, unas horas mas tarde vi como recogían mi chaqueta y discutían entre ellos.
En un momento entró a la sala el seguranal que había sido golpeado, estaba terriblemente golpeado, nos hicieron parar del piso y este personaje nos inspeccionó, se paraba frente a cada uno y nos miraba la cara, al rato decía: este no. Cuando le tocó el turno a Ignacio, el hombre se quedó largo rato mirándolo, me pareció una eternidad, Ignacio estaba pálido, finalmente dijo: este no.
En la Cárcel Modelo, nos sentimos más tranquilos. Pero a los tres o cuatro días nos despertaron a las tres de la mañana y nos hicieron formar una fila desnudos en el patio del ala. Frente a nosotros estaba, nada menos que el Bachiller Castro, uno de los mas temibles torturadores de la S.N. (el bachiller Castro, Miguel Silvio Sanz y Suelespuma, era el trío de torturadores mas temidos de la S.N, los tres tuvieron muertes espantosas.) El Bachiller Castro pasó lista, seleccionó a tres estudiantes y nos ordenó que subiéramos al segundo piso del ala. No pudimos dormir más. A mediodía los trajeron, estaban destrozados, los habían montado en el Ring y les habían aplicado electricidad. Yo no los conocía de antes, uno de ellos era un estudiante de apellido Gonzalez Bogen. Al cabo de un tiempo una o dos semanas, volvió una noche el Bachiller Castro, pasó igual que antes, seleccionó a tres y a los demás nos mandaron para arriba. A la mañana siguiente cuando bajamos, los tres muchachos estaban allí, en el patio, temblando de frío, no les habían hecho nada. Esto se repitió una vez más, era claro que lo que buscaban era aterrorizarnos, era tratar de someternos por el miedo. Mientras tanto, la Guardia Nacional, que tenía la vigilancia de la Cárcel, jugaba el papel de los buenos. Nos habían traído juegos de dominó y una pelota de basket para que nos distrajéramos y trataban de hablar con nosotros. Es una trampa típica de los opresores.
Salí el 22 de diciembre, quedábamos pocos , muchos habían salido por mediación de sus familiares. Nos soltaron porque la presión popular sobre el régimen se había hecho muy fuerte después de la manifestación de las mujeres en la Plaza Bolívar , las pastorales de los curas y del cardenal Quintero. El gobierno creyó que soltándonos bajaba esa presión, pero estaba herido de muerte, lo que ocurrió el 23 de enero siguiente.
Lo que estamos viviendo en el País hoy día es muy semejante a lo de entonces. Un régimen militar que mantiene una dictadura del Siglo XXI, hoy las dictaduras son distintas, tienen que guardar apariencias porque les llega la Justicia, aunque pueda tardar. Lo vimos con Milosevich y con Pinochet. La sombra del "Juez Garzón" anda por el mundo y los dictadores tienen que cuidarse. En esta circunstancia vamos a una elección trucada, con todas las desventajas.
Este gobierno tiene experiencia en el fraude electrónico y también en el más tradicional, pero creo que la oposición conoce sus trucos y quizás podamos desmantelarlos a tiempo. A diferencia del 57 nuestros estudiantes son pasivos, no tienen educación ni formación política. Es culpa nuestra, ¿para que han servido nuestros cursos de estudios generales? Nunca les hablamos de política y ahora nos damos cuenta de lo grave de esto, viven en una sociedad que no entienden y no saben defender sus derechos y libertad.
Prof. Enrique Planchart
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